Pocas noticias positivas leemos en estos tiempos. Va una de ellas. Luego de un largo encierro de 55 días, unas semanas atrás París empezó a retomar su alegría. Teniendo en cuenta que el contagio del Covid es más fácil en espacios cerrados, la alcaldesa Anne Hidalgo decidió dar un impulso mayor al uso de la bicicleta como medio de transporte masivo.

No es nuevo, desde que asumió las riendas de la ciudad el 2014, una de sus intenciones fue cambiar el principio del desplazamiento urbano. La idea era que para movilizarse cotidianamente no se debía invertir más de 20 minutos. La bicicleta estuvo en el centro de esa propuesta.

Se implementó una serie de ciclovías y se creó un sistema de renta de bicis muy amplio que permitía llegar a destino sin mucho inconveniente. Surgieron dudas, desde quienes reivindican el coche como el medio más cómodo, hasta los que consideran que en bici se pierde la elegancia o simplemente no es útil en el invierno. Pero el programa siguió con éxito.

Luego de lo peor del confinamiento, los primeros días de la reapertura de la vida pública, Hidalgo relanzó su ambicioso programa para desplazarse pedaleando. Improvisó calles, habilitó rutas nuevas, impulsó talleres y centros de reparación. El impacto fue notable, se dice que el uso de bicis creció un 30%, y en las tiendas desaparecieron rápidamente: se vendieron como pan caliente.

Actualmente hay bulevares enteros dedicados sólo a la bicicleta, en las ciclovías hay centenas de ciclistas y es común encontrarse con filas en los semáforos -exclusivos, claro- antes de que se pongan en verde.

La llegada de la bicicleta como transporte cotidiano en la ciudad ha sido un largo proceso. Hay muchas historias que cuentan cómo la tarea no fue fácil, los pioneros tuvieron que lidiar con una serie de dificultades que iban desde la intolerancia de los conductores de autos, hasta la falta de rutas adecuadas. Pero poco a poco la bici fue pasando de ser un objeto de diversión y paseo, a un medio de desplazamiento rápido, eficaz, saludable y no contaminante. El proceso fue de la mano del ascenso de la conciencia ecológica que se expresa en lo político, lo económico y lo social de distintas maneras.

La experiencia parisina deja muchas enseñanzas. No faltan quienes argumentarán que la particularidad de las ciudades impide su uso: que en La Paz hay muchas subidas, que la Ciudad de México es demasiado grande y la gente conduce muy mal. Por mi parte no tengo duda que, con imaginación y voluntad, todos los inconvenientes bien podrían ser salvados. En estos tiempos tenebrosos donde hay que buscar salidas por todo lado, la bicicleta parece otorgar una de las mejores opciones.

Anne Hidalgo repite en sus participaciones públicas que lo que ella hace es escuchar y canalizar la voluntad de los parisinos. Bello momento, la ciudad luz ahora es ciclista.

Publicado en El Deber el 28 de julio del 2020.