Reflejos
Reflejos
Siento una extraña atracción por los reflejos. Sean en el agua, en los espejos, en los vidrios; curvos, cuadrados, ovalados, sucios, difusos, precisos. Hay algo de mágico en un objeto capaz de reproducir a otros, y hacer con ellos lo que desea. Cierto, un reflejo es una imagen deformada de la realidad, diríamos reinterpretada, que oculta lo que no quiere mostrar y enseña sólo lo que quiere compartir. El reflejo representa, miente y dice la verdad en iguales proporciones.
Y pienso en las casas de Lovaina que se las puede ver en la laguna que tienen en frente; en el espejo en Toledo trepado en un árbol que nos complementa el paisaje; en el Panteón que se ve en el retrovisor de una moto en Roma. Y por supuesto, entre tanta imagen, me veo tantas veces, borroso, en un espejo callejero.
Un paseo por los reflejos es como aceptar la invitación de Alicia para acompañarla en sus aventuras del país de las maravillas. Es un paseo por dentro, por los misterios que a menudo nos habitan