Buenos Aires
Buenos Aires
Aun sin conocerla, Buenos Aires provoca sensaciones. La hemos escuchado o leído tanto que nos es familiar. Charly, Gardel, Maradona, Evita, Fito, Borges, el tango, Cortázar, las Madres de la Plaza de Mayo, la dictadura. En fin, nos llueven sus imágenes, incluso en la distancia.
Aprovecho la dura crisis del 2002 en Argentina que nos dio a los bolivianos de clase media la oportunidad de viajar a la legendaria ciudad de Buenos Aires. Los aviones se llenaron de turistas de este país, ahora los “bolis” no íbamos como migrantes ilegales.
Recorro la ciudad por todos los rincones que se me permite, y llego, cómo no, a la histórica Plaza de Mayo. En ella casi escucho los gritos de las madres que en la dictadura no tuvieron otra opción que ponerse un pañal en la cabeza e ir a dar vueltas luego de que sus hijos fueron desaparecidos. El suelo tiene pintado su símbolo, pero con un graffiti que completa la escena aunque proviene de otro tiempo y otros actores: “todo estado es terrorista”.
En algún lugar, un poco más al fondo en la misma plaza, una muchacha toma sol en bikini. La bandera argentina flamea en un poste cercano. Me acerco a un puesto de venta de recuerdos. Las postales de El Che, Evita, Gardel y el tango compiten como los íconos más representativos. No sé con cuál quedarme.
Desde joven, la música ha sido una de las maneras como he conocido este país. En alguna calle del centro escucho una melodía, y me encuentro con una mujer mayor que improvisa canciones con indumentarias precarias pidiendo unos pesos. A unas cuadras, una señora, seguramente de unos 65 años, baila un tango que reproduce una grabadora. Su sensual vestimenta, propio de la imagen provocativa de la mujer tanguera, con la minifalda y las medias negras, contrasta brutalmente con el cuerpo deteriorado de la bailarina. Es una imagen decadente. Y recuerdo a Baglietto cuando canta “… y no olvides que alguna vez, tú fuiste sol”.
En el infaltable paso por La Boca, no me detengo solamente en las artesanías, los colores de las casas o los cuadros, sino que miro una silla vacía que tiene inscrita la marca de cerveza Quilmes; en ella el mate y un termo esperan a su dueño. Quizás la mejor metáfora de la Argentina de hoy, con sus vacíos, presencias y nostalgias.
Buenos Aires. Tan nuestro y extraño; tan intenso y memorable.